Kike Agaredo, conocido en todo el mundo como “
el obispo de las sillas de ruedas”, ha dedicado su vida a acompañar al pueblo
camboyano.
Desde su primer destino como Jesuita, en los
campos de refugiados en Tailandia, hasta su labor como prefecto apostólico en
Battambang … Hay vidas que cantan y bailan aunque tengan las alas rotas. Eso es
lo que Kike ha descubierto, y lo que comparte en su misión cotidiana. Su itinerario se convierte, en este libro, en
un mapa para tratar de entender nuestras propias vidas.
Siendo Kike un joven estudiante jesuita en
España, Enrique Figaredo había escuchado y visto imágenes dramáticas sobre
miles de refugiados; sobre los estragos del régimen de los Jemeres Rojos de Pol
Pot, sobre las agotadoras huidas a través
de selvas y campos minados hacia
un lugar seguro; sobre la angustia, la privación y la soledad de los campos de
refugiados. Y sin embargo, Kike conocido así en Camboya y en todo el mundo, se
encontraba totalmente falto de preparación a su llegada a SITE 2, el campo de
refugiados situado en la provincia tailandesa de Prachinburi, donde le esperaba
su primer encuentro con el pueblo comboyano. En ese preciso momento empezaba un
viaje, que duraría toda su vida, hacia los corazones y las vidas de el pueblo
de Camboya.
Consciente de que viene de otro mundo para
ofrecer su ayuda, de que estas son las personas que necesitan dicha ayuda, para
y por las cuales ha rezado, de que es de él de quien se espera que pueda
ofrecer algo, en ese momento de bienvenida todo se invierte. Sus anfitriones
solo quieren saber de él, de su familia, de su viaje, si ha comido, si quiere
descansar…
En ese momento, Kike llega al final del
camino. Y de ese pueblo al corazón de Kike comienza un nuevo viaje hacia los
corazones del pueblo comboyano y de ese pueblo al corazón de Kike
Kike sonríe siempre, como si la sonrisa serena
de ese rostro tallado se hubiera grabado en él como el mejor regalo de su
misión. En su oficina de la Prefectura Apostólica de Battambang siempre hay una
fila de gente esperándole. Sus viajes se triplicaban en el tiempo por las
paradas, las charlas, las visitas a tantos amigos que durante años Kike ha ido
guardando en su corazón. Keki escucha sin prisa, y en ese tiempo regala
dignidad, alegría y confianza.
La forma de un árbol tratado de abrirse a la
luz por encima de la tierra se refleja, en simetría, en las raíces enterradas a
nuestra vista. Hay fuerzas escondidas que dan vida, estabilidad y forma a lo
que se alza desde debajo de la tierra.
Este precioso libro revela algo de esa profundidad escondida, de esas fuentes de alegría y esperanza.
MARIA DOLORES JAIME
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