El libro trata las historias de varias mujeres a lo largo de
un hilo conductor histórico, mujeres que han tenido impacto en la vida de la
autora, algunas conocidas a través de la educación en su etapa escolar,
otras, por medio de lecturas,
investigaciones y visitas familiares.
Un aspecto que destaca la autora es que un libro, no logra encajar y resaltar tantas valiosas
mujeres que a lo largo de la historia de la humanidad han sabido ocupar un
lugar prominente, gracias a sus
decisiones, formas de ver la vida y coraje para compartir la vida con hombres
en ocasiones de apoyo y en otros de obstáculo.
Datos a destacar del libro es: la forma tan humana de
ensamblar la historia entre hombres y mujeres como iguales y diferentes que
hacen posible una mirada global de nuestra historia.
Vale la pena resaltar, el interesante paréntesis que suele
hacer la autora cuando comenta las historias en continuidad con la actualidad,
incluso con su propia vivencia como mujer del siglo XXI.
En ocasiones, resalta
los cambios que la misma época y mentalidad han permitido y en otros los
estancamientos y atrasos en temas que suelen pasar de largo por el modo tan
sutil en que se han adaptado siglo por
siglo.
El enfoque de contar
y entender la vida de las mujeres y su papel en la historia me parece de gran
aporte a la visión cultural que nos han inculcado en la educación básica.
Merece la pena reconocer en este libro la abundante
bibliografía que posee y la cantidad de recomendaciones de artículos y libros
que nos ofrece para profundizar la vida de estas mujeres que nos descubren.
Historia compartida tiene una variedad de historias que con
gusto leería repetidas veces porque es conveniente conocer de manos de mujer el significado de
ser mujer en diferentes épocas, lugares, culturas e incluso mujeres de
intereses similares a los míos, nacionalidad y profesión.
El primer capítulo nos remonta al legado griego y Romano, de
esta etapa personalmente desconocía todo, por suerte para nosotros los
lectores, Julia Navarro ha sabido contextualizar los lugares y etapas
históricas para transportarnos hasta la Grecia donde las mujeres “eran víctimas
de la ambición de los hombres que las consideraban objetos de su propiedad y
cuyas vidas sabemos en función de la gloria de ellos” (Pág. 17)
En el libro la autora suele mostrarnos el trato entre
hombres y mujeres, cuya relación es
diferente e incluso cuando las mujeres asumen comportamientos designados
de hombres, suelen ser catalogadas de
modo cruel, como hechiceras o brujas, se
trata de un modo de ver a la mujer encasillada en su labor de mujer, pero, la mujer que leemos es también cruel, capaz
de cometer delitos, de ser dueña de su historia, de rechazar, castigar y
luchar.
Sobre la lucha llama la atención, el modo particular y los recursos que las
mujeres han usado, uno destacado es: la sexualidad, señalado como un signo de
poder y de influencia, quizá, físicamente
un poder incuestionable ayer y esperemos que no lo sea siempre.
Muchas mujeres han sacrificado su vida por amor, verdadero
amor, que, no siempre ha sido correspondido de la mejor
manera, pero, sí ha sido el motor de
muchas decisiones.
El texto destaca los dones y valores de mujeres que desde su
inteligencia y determinación utilizaron sus circunstancias como un modo de
poder frente a los hombres y la sociedad que les rodeaba. En consonancia con
los valores impuestos socialmente a las mujeres, estas historias nos han permitido deducir que
acciones como alejarse o abandonar no son comportamientos esperados en la
mujer, pues es sabido que, la dama en todo tiempo debe ser o parecer fiel y
hogareña, aspecto que nos cuestiona porque no todas encajamos en ese modo tan
limitado de percibir el sexo femenino.
El hombre no es un personaje malvado o víctima en los
relatos, es él, una figura tenida en
cuenta, una persona que completa el panorama, que ejerce dinamismo y que en
casi toda la historia universal ha sido el personaje principal, modo que es
diferente en este texto porque es el hombre el que nos ayuda a entender la
importancia de la mujer y el por qué de su ausencia dentro de la perspectiva
contada.
En ocasiones, las
mujeres son las que han optado por apoyar y compartir su vida con personas
significativos a nivel científico e histórico, lo que contrasta con el sentido
de vida de la figura masculina y sus opciones, la mayoría de veces, optando y preferido la gloria y salvar el
propio destino, dejando escrupulosamente
la responsabilidad de compartir la vida y sus glorias.
Me parece significativo, el hecho de que, la figura de algo más grande que la
persona, también resulte ser un aspecto
destacado en las historias contadas, me refiero a que en cada tiempo llamase
destino, tiempo, fuerza natural, Dios, dioses, vanidades… está presente algo
grande, cuyo control está fuera del alcance del ser humano y cuya presencia
ofrece sentido y vitalidad.
“Que comprendas que los hombres sin los dioses no son nada”
(Pág. 34) frase que contrasta con la creencia del ser humano hoy en día, seres
que no creemos en casi nada y por ello, nos cuesta llenar ese algo, ese
sentido.
El libro resalta que no podemos perder de vista que las
mujeres en un pasado no tan alejado,
apenas tenían voz propia, eran los hombres los que hablan y deciden por
ellas, aunque de una forma picaresca, expresa la autora “que en ocasiones ellos
han pensado y deseado lo que nosotras hemos querido que pensaran” (Pág.34)
La mujer ocupa un lugar prominente en la totalidad de la
perspectiva de la vida, más allá de las historias que hemos estudiado en
bachillerato, la mujer es símbolo de inspiración y prueba de ello es: el arte o
la causa de guerras y bandos.
Las historias de las mujeres no tienen paragón, es decir, no
hay punto de comparación, cada una es tan valiosa y “ninguna es heroína, sino
que son, víctimas de los dioses y los hombres” (Pág. 36), como expresa la
autora no sabemos que entendían en aquellas épocas por mujer.
Es interesante las preguntas que la autora plantea a lo
largo del libro, cuestiones del modo de contar, de la versión de los
personajes, y la necesidad de considerar varias partes de un mismo hecho, para
enriquecer y cultivar la mirada crítica, valorar, imaginar y pensar en qué
hubiese sido y las probabilidades de ellas y ellos.
La necesidad que tenemos los seres humanos de dar sentido
a la vida, permite que la lectura de este tipo de historias nos
haga sentir identificadas e incluso protagonistas. Una encarnación que la autora expone al
compartir qué sensaciones experimentaría ella en el lugar de ellas o ellos.
Personalmente algunos nombres me fascinaron y me hicieron
sentir realmente mujer, porque esa esperanza o al menos la ilusión de pensar
que podemos tener las riendas de nuestra vida, acertando y equivocándose, pueden ser simplemente de la libertad de la
que disfrutamos gracias a la lucha de ellas y ellos en la historia compartida.
El capítulo que quiero destacar se titula “Desde la otra orilla” cuyo
contenido me resulta una poesía potente
de dos autoras de Latinoamérica que en la página doscientos seis rescata mis
raíces, ¿por qué? porque Gabriela
Mistral de Chile fue la primera mujer escritora de mi continente que ganó el
premio Nobel de literatura, además, de
ser una maestra estupenda, una comprometida con los más desfavorecidos y una
mujer de acción que vivió un camino complicado que supo dinamizar y trazar su
huella femenina.
“Sobre monjas”,
también hay un capítulo, mi favorita y encontrada por casualidad en los
dos últimos libros que leído, es Santa Teresa de Ávila. Mi predilecta entre
los santos a los que les tengo devoción porque fue en vida una mujer de acción
(Pág. 175) y con una convicción propia en un mundo marcado por pautas
masculinas. Todos los hombres que pasaron por la vida de Teresa fueron
necesarios y de ayuda mutua para crecer, destaca la autora que Juan de La cruz
fue excepcional porque al igual que Teresa había sido tocado por el dedo de
Dios.
Por último, la autora quiero referir sobre la autora porque
con la elección de cada mujer se va presentando de forma genuina y sencilla, al
final del libro, gusta leer su
experiencia personal como periodista en un tiempo tan difícil y retador como la
Transición Española. De Julia Navarro puedo decir: después de leerle, que es una mujer sensible, cariñosa, muy
familiar, que gusta de los viajes, ávida de ser y de conocer, investigadora
eterna, conocedora de su historia personal y con un criterio sólido sobre la
historia de su país, historia compartida.
Escrito por Carolina Joza.
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