Autor: PEDRO M. DOMENE nació en Huércal- Overa (Almería) en 1954 y es profesor de lengua y literatura. Ha colaborado con conocidas publicaciones literarias de España México y Estados Unidos. Asimismo, es crítico literario de los suplementos " Artes y Letras " de Ideal y " Cuadernos del Sur " del diario Córdoba. Autor de más de una docena de publicaciones sobre narrativa contemporánea, " Después de Praga nada fue igual " es su primera novela de ficción para jóvenes, y obtuvo el II Premio de Narrativa Juvenil " Los Pedroches "
“El secreto de las Beguinas” es la novela más reciente del autor.
Este libro
es el proceso de reconstrucción de unos acontecimientos acaecidos en
1604. Hay en la novela dos planos, con tiempo dispares, pero que a la vez se
complementan y nos van introduciendo en
diferentes espacios en los que su lectura nos hace participar y despertar la curiosidad y el interés por la
trama.
Dos hermanos, jóvenes investigadores de
historia, se proponen indagar las oscuras razones que motivaron el Auto de Fe
dictado por la Inquisición contra un beaterio de beguinas (mujeres cristianas
que desde el siglo XII ocupan su vida en ayudar a los desamparados) en la
ciudad de Brujas a comienzos del siglo XVII, en un momento en el que la ciudad
se halla involucrada en el sitio de Ostende, por su proximidad con ésta. Atando
cabos y escrutando viejos manuscritos, el mayor de los hermanos cree haber descubierto
el secreto que se encierra entre las paredes del Beguinato de Brujas: bajo la
sumisa apariencia de las hermanas, que se ocupan en hacer el bien, parece
existir un pacto no escrito entre ellas, que será el objeto de esta novela:
Tanto las tropas flamencas como los tercios
españoles dejaban sus heridos al cuidado de las hermanas beguinas, que por
aquellos años constituían una comunidad
muy numerosa y dedicaban su tiempo a los desprotegidos, aunque las más
jóvenes se afanaban en el lavado de lana y las mayores a elaborar encajes que luego solían vender a
los nobles españoles y sólo algunas elegidas estaban al cuidado de los heridos.
En una de esas escaramuzas, no lejos de Brujas, un joven oficial español, Jorge
de Deza, fue llevado al beguinato y
estuvo al cuidado de una joven noble, llamada Elizabet, la cual fue entregada
por su esposo a la Gran Dama para que
viviera en el beguinato mientras él participaba en la guerra contra los Tercios españoles, esta joven
cuidó del noble español, parece que se
enamoró de él y le ayudó a huir.
Pero el día que huye entra en el beguinato la
Santa Inquisición buscando al oficial español y consideran que ha sido asesinado como otros
muchos en el beguinato, dejándolos morir.
Los alguaciles se llevan detenidas a la Gran Dama y a las jóvenes que habían
sacado de sus celdas y son recluidas en la cárcel, siendo un joven clérigo que llega desde Sevilla, el encargado del
juicio y a lo largo de la novela aparece
el remordimiento de éste por saber que
no eran culpables de lo que se les acusaba: ya que a pesar de las torturas sólo se consideraban
frágiles pecadoras y no responsables de la desaparición de hombres armados a su cuidado. Como no se consideran
culpables son condenadas a la pena
capital y quemadas en la hoguera como
brujas aunque nadie consiguió atestiguar
que tuvieran secretas actitudes de connivencia con el Maligno.
En la novela aparece otra de las causas por
las que las consideraban herejes:
“Como había quedado expuesto en el santo Tribunal, no eran mujeres
religiosas, aunque seguían la estricta doctrina y enseñanza de la más famosa
inquilina de los beguinatos de cuantos siglos anteriores se tuviera noticia, la
conocida y renombrada, madame de Hadewijch, mujer devota nacida en Amberes, y
cuya falta a ojos de la Iglesia había consistido en escribir versos como los
que habían sido aportados y leídos públicamente, una y otra vez, hasta que
quedó demostrado el oculto pensamiento que sus palabras albergaban y que
repetían muchas de aquellas mujeres tras
los muros de sus beguinatos, en las ciudades prominentes de la Europa hereje.
Versos anotados en la causa, y que decían
tamañas osadías:
“Sorbió la sustancia de mi mente,
me entregué en cuerpo y alma
una luz interrumpió, y consentí, entonces supe
ver la Verdad.”
En la novela se va mostrando la falta de comprensión hacia esta mujeres
que se adelantaron a la historia y esto las llevó a tener
muchas de ellas un fatídico final acusándolas de herejes y brujas por
personas que no las consiguieron dominar
y que se dejaban llevar por el miedo y
la cobardía adoptando la solución más fácil: acabar con ellas.
Pero no lo consiguieron y la historia les dio
la razón y hoy siguen siendo un foco de luz y de impulso hacia el conocimiento
y la autonomía personal, luchando hasta el final por llegar a la Verdad y ser
libres.
Antonia García HPM
Comentarios
Publicar un comentario