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Tres mujeres judías

 


Carlos Domínguez SJ, psicoterapeuta y profesor de Psicología de la Religión en la Facultad de Teología de Granada, .Nace en Huelva 1946. Es doctor en Teología, doctor en filosofía y ciencias de la educación y licenciado en Psicología. Posee una formación psicoanalítica en centros de París y Madrid.  Entre sus publicaciones está “el psicoanálisis  freudiano de la religión”, “creer después de Freud”, “los registros del deseo”, “psicodinámica de los ejercicios espirituales ignacianos” y “mística y psicoanálisis”.

 El libro cuenta la historia de Edith Stein, Simone Weil y Etty Hillesum, tres mujeres judías y víctimas del Holocausto. A través de caminos muy diversos, con mismo origen étnico y final dramático, se presentan como testigos de una fe inquebrantable y procesos de transformación únicos.

La obra intenta poner de manifiesto cómo esos procesos de transformación personal y de conversión a la fe traen consigo un obligado replanteamiento de la imagen de Dios. La sinopsis del libro detalla que tras el final trágico de las tres, víctimas de una exaltación fanática del poder nazi, ya no era posible seguir pensando a Dios en la clave del omnipotente. 

Por ello tan solo cabe ser concebido como un amor que se ofrecen y que se puede ver reducido a la más extrema debilidad. El Dios crucificado de Edith, El Dios desdichado  de Simone y el Dios indefenso de Etty se nos presenta así como un modelo de reconducirnos al Dios manifestado en Jesús, cuyo único poder es el del amor que se expone y no el del poder que se impone.

Estas tres mujeres han sido analizadas por el autor  a partir de sus experiencias vitales más profundas y , en el afrontamiento del drama que les tocó vivir se ven conducidas a repensar a Dios con una sensibilidad muy diferente en la que emerge los modos femeninos de pensar y repensar a Dios.

Desde ahí abren paso al pensamiento teológico femenino que nos hace entender las relaciones del ser humano con Dios y con el mundo desde la misericordia, la compasión, el cuidado y la solidaridad. También destaca en su espiritualidad una particular sensibilidad respecto a la belleza y al lugar que esta tendría que ocupar en la experiencia y en el pensamiento teológico.

El mundo que nos entra por los sentidos y nos conmueve en la experiencia de lo bello, invita a profundizar en la contemplación y se constituye en un modo privilegiado de participar en lo eterno.

Para Simone W. Dios es la belleza pura y así la belleza junto a la desdicha serán para ella las dos únicas puntas que nos permiten entrar en nuestra alma. Etty, sensible a la belleza es para ella una genuina presencia  viva de Dios. Así belleza y sufrimiento  aparecen como los dos grandes viales  por los que se experimenta la cercanía de Dios. Aclamando en sus duras vivencias “Que la vida es bella y tiene sentido”.

Para Edith la cruz fue una clave en la que encontrar un sentido al sinsentido de la vida que le tocó vivir. Así en la fragilidad del Dios crucificado es donde pudo dar un sentido a su sacrificio redentoramente asumido.

Simone desechó con vehemencia toda expresión del poder. Solo encontró sentido y verdad en  la desdicha y la belleza que abrían el camino para la identificación y la lucha en favor del desdichado. Dios para ella en el mismo acto de la creación era un Dios que se “descreaba”, que se perdía a si mismo generando vida para otros. Dios por amor al amor, rechazó ser todo. Y así considera que el ser humano ha de renunciar a ser “algo” para alcanzar la divinización.

Etty solo pudo atravesar una experiencia que por la vía afectiva le abrió a un amor pasional y compasivo y luego pasó a  ser un amor universal, que se sobrepone al odio y supera cualquier movimiento de venganza. Ese amor lo encontró desenterrando a Dios en su intimidad. Ayudar a Dios fue su último lema.

Solo desde esa humanidad, particularmente en la de la víctima, lo sagrado es identificable y solo en ella cabe pensar como espacio posible para contactar con la trascendencia de Dios.

Estas tres mujeres se convirtieron en precursoras de uno de los temas más relevantes  de la teología después de los campos de concentración: Porque solo teniendo delante la impotencia total del crucificado le es permitido al cristiano seguir afirmando la omnipotencia de Dios. Si lo hace desde otro lado puede equivocarse. El Dios omnipotente no tiene otra posibilidad sino la de ceder el puesto al Dios crucificado, cuyo único poder es el del amor que se ofrece y se arriesga a ser rechazado, el del amor que se expone y no el del poder que se impone.

Estas tres mujeres desde esta experiencia mística fueron capaces de barruntar lo que nos sobrepasa en el dinamismo del Espíritu que nos habita y nos moviliza hacia los demás.

Mari Carmen B.

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